lunes, septiembre 26, 2005

BALA LOCA


Hoy va a morir de un balazo en la cabeza. El no lo sabe. Pero así va a suceder. Mañana de día lunes/mes de octubre. La primavera en todo su esplendor. Arboles en flor. Los colores del mundo desparramados en las calles. Polen. Mucho polen entrando y saliendo por su nariz. Camina despacio. La acidez le quema el estómago. Sube por el pecho. La tráquea. La boca. Eructa. Resaca ácida de cervezas y completos de la jornada anterior. Se mueve por calle Estado. Se detiene frente a un quiosco. Compra cigarros y lee los titulares de la prensa. La selección, la modelo, la guerra. Tuerce la nariz. Estornuda. La primavera, piensa. Se suena. Día de pago. Más cervezas, más completos. Sus primeros 30 días de trabajo merecen una recompensa. Recuerda con orgullo como su papá derramaba lágrimas cuando recibió el diploma del Liceo Comercial. Recuerda con desagrado cuando ese mismo papá agarró una tijera para cortarle el pene luego de comunicarle que su polola estaba embarazada. Entra al banco empuñando su cheque de 250 mil pesos. Nominativo. Cruzado. Listo para depositar en su flamante nueva cuenta corriente. Recibe un empujón. ¡¡¡Se me tiran al suelo los conchesumadres!!! Cierra los ojos. Se le seca la boca. Estornuda. El pistolero dispara. La bala se pierde en alguna parte de su cuerpo.

viernes, septiembre 16, 2005

CITÉ


Son 12 familias. 37 personas. Todos entran y salen sólo por una puerta. La puerta se abre y se cierra cada 3 minutos. Que entran, que salen, que se devuelven, que se arrepienten. Vivo frente a esa puerta. Mi casa. Pareada. 2 pisos. 4 habitaciones. Lindo jardín. Todos los domingos ellos hacen almuerzos comunitarios. Poca carne. Mucho vino. Poca hambre. Mucha sed. Después del tinto juegan fútbol. Los 37 vecinos desparramados por el pasaje. Mujeres, hombres y niños. 2 equipos. 1 pelota. Muchos goles. Mi auto es cancha. Mi puerta también. Una vez los reté a todos. Necesito dormir, grité. Los 37 se rieron. A carcajadas. Cerré la puerta lleno de vergüenza.

Hoy la calle está silenciosa. La puerta ha permanecido cerrada. Todo el día. No hay risas. No hay tinto. No hay goles que celebrar. Anoche se echaron a uno se comenta en el pasaje. Cuchillazo al centro del corazón. El cuerpo descansa sobre la mesa comunitaria. Con el puñal tieso sobre el pecho. A vista y paciencia de las 12 familias. Los niños lo miran indiferente. Las mujeres rezan por el alma. Los hombres se escarban los dientes. Nadie vio nada. Nadie escuchó nada. A esa hora todos dormían. Apareció muerto. Acostado sobre la mesa. Azul. Frío. Fiambre. Un ajuste de cuentas a dos cuadras de una comisaría. Dicen que por cagón. Porque al infeliz se le ocurrió vender la pelota.

viernes, septiembre 09, 2005

LOCA DE PUEBLO


El papá. La mamá. El hijo. La trilogía familiar que espera el bus de regreso en una calle de provincia. El equipaje: 2 bolsos, una pelota y una bolsa de chilenitos. El Bus: Pullman. Climatizado. TV. Velocidad controlada. La hora de salida: 17:45. La hora de llegada 19:30. Inicio: Quilpué. Destino: Santiago. El papá conversa con la mamá. Un collage de temas familiares y dominicales. Mientras, el niño, pelota en mano, mira embobado la bolsa de chilenitos. Los dulces agitan su estómago y cada uno de sus deditos. Algunos pasajeros llegan con más maletas, más hijos, más conversaciones familiares/dominicales. De pronto, se escuchan las palabras que hieren. Un tengohambre tengohambre que quiebra el perfecto equilibrio del alegre sonido ambiente. Es Lalo. La loquita sucia del pueblo molestando otra vez. Ese error de Dios que todos los pasajeros en tránsito (ex provincianos, orgullosos capitalinos por adopción, que visitan a los perdedores, a los familiares que nunca encontraron la puerta de salida) quieren olvidar. La incomodidad general que parte en las nucas, baja por los cuellos, recorre las espaldas. El niño esconde sus pastelitos. La mamá hace que no ve. El papá baja la mirada. Vuelve el peor recuerdo del pueblo: La loquita es de aquellas loquitas que escoge su comida en los tarros de basura del mejor barrio de la ciudad. La loquita es de aquellas loquitas que se acuestan con los últimos borrachos del bar El Campeón. La loquita es de aquellas loquitas que van dejando fetos en los mismos tarros de basura del mejor barrio de la ciudad. El tengohambre ahora se dirige hacia la familia. El niño, avergonzado, esconde los pastelitos tras la pelota. La loquita mira la bolsa de chilenitos y el niño mira la baba amarilla que cae de la boca de la mujer. Asustado, suelta la bolsa y corre tras los brazos de su padre. Sin pensarlo dos veces, la loquita se abalanza sobre los dulces. La mamá corre con la cara asqueada. La loquita en cuatro patas devorando su presa. PASAJEROS CON DESTINO A SANTIAGO, DIRIGIRSE AL ANDEN 5… Todos hacia el Pullman. Aliviados de escapar de la loquita del pueblo. El niño mira por última vez sus pastelitos desparramados por el suelo. La loquita se limpia la boca. Ahora tiene ganas de culiar.

lunes, septiembre 05, 2005

DON JULIO


Estuve ahí. La Maga también. Me habría gustado dejarle tantas cosas. Sólo tenía un cigarro.

viernes, septiembre 02, 2005

EL REY


El rey del mote con huesillos está triste. Anoche perdió su sangre azul frente a la Casa Cena. Se metió con una cochina que le robó el alma, unas lágrimas y más de cien lucas. Después llegó a su casa y su reina lo mandó a dormir al living. El gato lo meó encima y su princesa le contó que estaba embarazada del tal Lucho. Un rey no se merece estas faltas de respeto. Menos el del mote con huesillos. Por una cuestión de seguridad nacional, dice él.