jueves, junio 04, 2009

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Nuestro hombre se sentó ante la mesa vacía. Se rascó la espalda. Escuchó el silencio de las cinco y media de la mañana. Se acordó de tantas cosas. De la risa de X. De la conversación intensa de Y. De los besos de W. Encendió un cigarrillo. Lo fumó mirando la pared blanca. Se levantó y caminó hacia el balcón. Miró las luces de la ciudad. El cerro de enfrente. Sintió el frío de junio. Fue hacia la cocina. Vio los platos sucios, los ceniceros llenos, las copas de vino. Se apoyó junto al lavaplatos. Quiso llorar pero había olvidado como se hacía. Se dirigió al baño. Se miró al espejo. Los ojos rojos, las primeras canas, sus brazos flacos. Puso el despertador. Se rascó nuevamente la espalda. Tomó un libro y lo dejó rápidamente. Se acostó. Esa noche no soñó.