lunes, junio 07, 2010

BOSS


Cierro las puertas de la oficina. Enciendo un cigarro. Me siento sobre el escritorio. Soy Gerente General y ya gané mi primer millón de dólares. 450 personas dependen de mi buen/mal humor. Si me levanto con la pata izquierda, me convierto en la peor pesadilla de todas esas personas. Si me levanto con la derecha, los saludo, pregunto por sus familias, doy golpecitos en la espalda. Mi oficina es grande. Mi auto, mi casa también. Tengo excelente estado físico. Me acuesto con mi secretaria, con un par de amigas y tengo un matrimonio bastante feliz. Mis hijos son hermosos, sanos, estudian en buenos colegios y tienen el futuro asegurado. Mi madre descansa en la mejor casa de reposo de la ciudad. Tengo amigos influyentes, de vez en cuando subo a esquiar. Perdí a mi mejor amigo en el atentado a las Torres Gemelas. Mi único gran problema es una depresión endógena. A punta de pastillas he conseguido el éxito. Apago el cigarro. Miro por la ventana. La ciudad, el mundo a mis pies. Busco mis pastillas en los bolsillos de la chaqueta. Miro la foto de mi familia. Mi mujer Isabel. Mis hijos Mateo y Felipe. Un día de verano en un resort mexicano. Pero ahora tengo que volver a trabajar. Llevo 5 minutos perdiendo el tiempo. Y personas como yo sencillamente no podemos hacerlo.