lunes, junio 16, 2008

SINONIMOS



Derrumbe. Desplome. Caída. Desmoronamiento. Desprendimiento. Descenso. Bajada. Ruina. Fracaso. Catástrofe. Destrucción. Cataclismo. Siniestro. Estrago. Hundimiento. Abatimiento. Demolición. Derrocamiento. Destrucción. Desolamiento. Decadencia. Devastación. Desastre. Decaimiento. Calamidad. Hecatombe. Matanza. Poda. Infortunio. Adversidad. Desgracia. Desdicha. Desventura. Adversidad. Infelicidad. Tribulación. Desamparo. Miseria. Aflicción. Dolor. Tristeza. Martirio. Azote. Naufragio. Pérdida. Tragedia. Drama. Fatalidad. Contratiempo. Accidente. Contrariedad. Percance. Revés. Barranco. Abismo. Despeñadero. Error. Falta. Yerro. Equivocación. Desacierto. Lapso. Lapsus. Indiscreción. Culpa. Pecado. Descuido. Omisión. Distracción. Irreflexión. Ligereza. Flaqueza. Debilidad. Fragilidad. Inseguridad. Resbalón. Traspié. Tropezón. Patinazo. Falla. Menoscabo. Deterioro. Desperfecto. Daño. Imperfección. Infracción. Negligencia. Omisión. Olvido. Error. Pifia. Extravío. Disparate. Aberración. Condoro. Absurdo. Burrada. Herejía. Tontería. Estupidez. Barbaridad. Insensatez. Bestialidad. Irracionalidad. Imprudencia. Ferocidad. Crueldad. Despropósito. Pachotada. Desvarío. Locura. Delirio. Silencio. Pastillas. Dormir. Dormir. Dormir. Y no soñar.

martes, junio 10, 2008

LLAVES


El hombre entrega las llaves. Las mismas llaves que abrieron y cerraron tantas veces esa puerta. Las llaves que se perdían, se encontraban y se volvían a perder. Esas llaves que siempre molestaron en el bolsillo derecho, que se helaban en invierno y que más de una vez fueron el juguete preferido de sus hijas. El hombre y sus llaves. Llaves que le recuerdan, que le sacan un par de lágrimas, que le encogen el corazón. Toma, ahí están las llaves, dice, antes de cerrar por última vez esa puerta que hoy se le vuelve cada vez más y más extraña.

viernes, febrero 29, 2008

LLAMADA


Marca un teléfono. 225 45 62. No hay nadie. Marca otro. 09 534 32 26. Ocupado. Se dirige al baño y se mira al espejo. Está pálido. Transpira helado. Marca de nuevo. 225 45 62. Nadie contesta. Insiste con el otro. 09 534 32 26. Sigue ocupado. Se sienta en el living. Toma una revista vieja y empieza a hojearla. Una miss universo. Un futbolista. Un programa de televisión. Tiene la garganta seca. Se levanta y se sirve un vaso de agua. Se lo toma. 09 534 32 26. Buzón de voz. 225 45 62. Nadie. Enciende un cigarrillo. Fuma hasta la mitad y lo apaga contra el cenicero. Da vuelta por la casa y entra nuevamente al baño. Mira su cepillo de dientes, el jabón, una máquina de afeitar. Sale del baño, entra a la pieza, sale de la pieza. En el pasillo lo intenta de nuevo. Ni uno ni el otro. Nadie quiere contestar su llamada. Se saca la polera. Otro vaso de agua. Enciende la televisión. Cambia de canales y se detiene en un documental sobre elefantes. Deja el televisor encendido, va a la cocina, abre el refrigerador, lo mira detenidamente, saca una manzana, apaga el calefont, vuelve al baño, vuelve al living, vuelve a la revista, vuelve a la pieza, vuelve al televisor, vuelve a los elefantes, vuelve a llamar.

sábado, noviembre 17, 2007

PASO DE CEBRA




Lo atropellan. La cabeza contra el pavimento. Un hilo de sangre por la boca. Entre las piernas: la tarjeta BIP!, la billetera, el carnet de identidad. Monedas. Muchas monedas. Fósforos, los Viceroy de siempre. Una boleta de farmacia. El párpado que se abre. El párpado que se cierra. Como suele suceder en estos casos, su propia vida en 30 segundos: su primera comunión, el primer beso robado, la fiesta de 15, los resultados de la PSU, el cáncer del papá, el orgasmo en calle Bandera, los ojos de la novia. Ahora la mirada desenfocada. El cemento frío. La sal en la boca. Las piernas dormidas. Un extraño ruido en la oreja izquierda. Cierra los ojos. Escucha voces. El conductor que niega. Palabras de consuelo. Un bocinazo. El llanto de un niño. Una sirena lejana. Los testigos de siempre. El grito de una mujer. La voz de Dios.

FENOMENO


La micro se detiene en el paradero. El monstruo sube sin previo aviso. El chofer da vuelta la cara. Molesto. Irritado. Asqueado. Los pasajeros absorbidos en sus propios pensamientos: Dejé el calefont encendido. Mi mujer es una puta. Cómo mierda llego a fin de mes. El monstruo balbucea algunas palabras. Que tiene hambre. Que se siente solo. Que la vida es larga y dura. Que la Mano, que su maldita Mano. Un dos tres, se lanza por el pasillo en busca del pan de cada día. Arrastrando los pies, el alma y la Mano. Se detiene frente a cada pasajero. El chic to chic más espantoso de la Tierra. El horror va inundando la máquina. Hombres y mujeres frente a una mano gigantesca, extraordinaria, bestial. Rostros desencajados deseando llegar a sus casas y olvidar al Fenómeno. Una función privada (y gratis) del club de los esperpentos. Una monedita (la mano que respira). Una monedita (la mano que te mira). Una monedita (la mano que le da de comer). Nadie se mueve de sus asientos. Nadie es capaz de quitarle la vista a esa injusticia de la naturaleza. El monstruo llega al fondo de la micro. Ninguna moneda. Ni siquiera compasión. Sólo vergüenza. La estúpida vergüenza de cada día. Ding dong. El monstruo toca el timbre. Se baja en el próximo paradero. Con su mano a cuestas. Con las ganas de esconderla. Con el sueño de que algún día la tijera de Dios mutile su tragedia. Los pasajeros vuelven a tranquilizarse. A esconderse en sus propios pensamientos. Que el calefont, que la puta, que el fin de mes. El monstruo se pierde en la multitud. La Mano le va indicando el camino.

sábado, noviembre 03, 2007

CEREMONIA


Se arregló la chaqueta, el pantalón y la corbata. De riguroso negro, notó el brillo impecable de sus zapatos. Se miró al espejo. Una gota de sudor le corría por la frente. Estaba nervioso y ya era hora de comenzar la ceremonia. Nunca le gustaron las formalidades. Menos las iglesias. Contó hasta tres y entró por una puerta lateral. Estaban todos. Se acercó al altar y le tomó la mano. Dijo: Te amo y te amaré por siempre. Luego, cerraron el cajón.

SORDERA


Los bocinazos. El pito del carabinero. Los alaridos de los ambulantes. Los cantos de la barra brava. El ladrido de un perro. El heladero de la esquina. La campana de la Catedral. Los garabatos del borracho de siempre. Los quejidos de la muchedumbre. Su nombre en la boca de una belleza. ¡Gastón! ¡Gastón!. La ciudad lo llamaba a gritos. Y él, como si nada.

sábado, mayo 12, 2007

ROSA


El hombre es chileno, hijo de genoveses. La mujer es madrileña, hija de valencianos. Ambos se conocieron en un barco que zarpaba desde Génova hacia Valparaíso, con escala en Valencia y en un sinnúmero de puertos sudamericanos. El hombre le echó el ojo apenas el barco dejaba atrás el puerto español. Pero su timidez exagerada lo llevaron a guardar silencio durante todo la travesía por el océano atlántico. Recién intercambió un par de palabras al atravesar el Canal de Panamá. El hombre, frente a la costa colombiana y superando todos sus temores, la sacó a bailar después de pedir solemnemente permiso a sus padres. El primer beso se lo dieron entrando a costas chilenas, frente a Iquique, en una noche despejada de luna llena. Al llegar a Valparaíso, se despidieron con un abrazo lleno de promesas. Los padres de ella miraban de reojo. El tomó un bus hacia Quilpué y ella el tren hacia Santiago. 3 años más tarde se casaron en una fea iglesia de calle El Aguilucho. Yo me convertí en su primer hijo. En un arranque de originalidad, me bautizaron con el mismo nombre de pila de mi padre. Una mañana de sol, mi madre me vio en el jardín con la mirada perdida sobre una rosa. Hoy tu hijo estuvo mirando una flor en silencio durante 10 minutos. Va a ser poeta. Dios nos libre, dijo mi padre, antes de llevarse la primera cucharada de un plato de apetitosas lentejas.

domingo, febrero 11, 2007

RECETA


Saca la carne molida y la deja sobre el mesón. Toma 6 cabezas de ajo y los corta en pequeñas rebanadas. Toma de la despensa un tarro de salsa de tomates. Abre el tarro. Un poco de sal, pimienta y hunde sus dedos en la carne molida. La amasa. Fríe cebolla picada en cubitos en un pequeño sartén. La cebolla frita la deposita en una olla. También la salsa. Pone harina en un plato. Mientras amasa, va introduciendo el ajo picado. Hace pequeñas bolitas de carne que luego son espolvoreadas con harina. Echa aceite en una gran sartén. Enciende la cocina. Cuando el aceite está hirviendo agrega las bolitas. Mientras tanto pone al fuego la olla con la salsa y la cebolla. Las bolitas de carne deben quedar doradas por fuera y crudas por dentro. En ese punto siempre ha sido estricto. Así le enseñó su madre. Coge una y la parte en dos con un cuchillo. Perfecto. Apaga el sartén y pone la carne en la olla donde hierve la salsa. Agrega un vaso de agua. Tapa la olla. Tienen que pasar 25 minutos a fuego lento para que queden en su punto exacto. Enciende un cigarro y abre la ventana de la cocina. Afuera se escucha a unos zorzales juguetear entre las uvas del parrón. Suena el teléfono en la casa del vecino. En la radio del living canta Doménico Modufno. Pasan 5, 10, 15, 20, 25 minutos. Apaga el fuego y prueba una de las albóndigas. Exquisita. Recalienta en el microondas una fuente con el puré de la noche anterior. El plato está listo. Una a una va depositando las albóndigas sobre el puré. Termina el rito con grandes cucharadas de salsa sobre el plato. Cierra la ventana, prepara una bandeja con los cubiertos, una servilleta de papel, un vaso de coca cola y el salero. Pone el plato en la bandeja y se va a la pieza. Enciende el televisor y se come sus albóndigas viendo la segunda edición del noticiario. Un rico almuerzo de día domingo. Después duerme una siesta. Lo despierta el timbre. Es su vecina. Por casualidad, ¿ha visto a mi gata Clementina?, pregunta la mujer. No, pero si la veo le aviso, contesta cortésmente. Cierra la puerta. Va a la cocina y se pone manos a la obra. La moledora de carne ya está llena de hormigas.

jueves, enero 04, 2007

CHOFER


Bautizó a su máquina como “Bella Luisa”. Cruza Santiago desde La Reina a Pudahuel desde hace 18 años. 5 asalto a cuestas, una vez le enterraron un cuchillo en el estómago que casi le costó la vida. Las hemorroides lo tienen bien jodido y las 200 lucas que saca al mes también. En la mañana es amable, en la tarde indiferente, en la noche una bestia. Lo que más le gusta es tirarle la micro a los jeeps último modelo. Lo que más odia es regresar a casa con el cuerpo podrido. Una vez arrolló a una anciana y gracias al abogado no pasó ni siquiera una noche en la cárcel. Ama los helados de piña y las rutinas de los payasos del centro. La palabra Transantiago lo tiene hasta la coronilla.

BASURA


Quince colillas de Belmont Light. Un vaso roto. Coca Cola derramada sobre un plato plástico con restos de arroz blanco y huevo revuelto. El envoltorio de un paquete de galletas Kuky. Boletos de micros (de varios colores y diferentes líneas). Grasa de bistec. Mocos envueltos en un pañuelo desechable. Un cd. Dos condones (uno roto). Una boleta de la farmacia Salco Brand. Una toalla higiénica. Cáscaras de varias frutas (plátano, pera y manzana). Una botella vacía de vino tinto. Un envase de Omo. Uñas. Una marraqueta dura. Tres latas de cerveza Escudo. Un paño con sangre (mucha sangre). Una carta arrugada encabezada por la palabra “amor”. Restos de brócoli y lechuga. Hueso de pollo. Una goma de borrar marca Staedler. La cuenta de la luz arrugada ($36.000). La cuenta del agua partida en dos (corte en trámite). La radiografía de una rodilla. El examen de sangre (nivel de colesterol por las nubes). Una cajita feliz. Un calzón con sangre. La cabeza de una muñeca. Un gato busca en la basura. EL gato pasa la lengua por el calzón. Luego, levanta la cabeza. Desde una ventana entreabierta la voz de una mujer. Una luz débil ilumina la ventana. El gato camina hacia ella. De un salto, sube a la ventana. Tras el vidrio una niña llora abrazada a su madre. La madre le acaricia el pelo. El padre mira avergonzado un album de fotografías.

martes, noviembre 07, 2006

CONVERSA

- Buenos días don Roberto
- Buenas. Llegai tarde.
- Perdone don Roberto. Usted sabe la micro se demora…
- Levántate antes pues hombre. Si sabís que la micro se demora, no entiendo porque no te levantai más temprano.
- ….
- Como estuvo el fin de semana. ¿Te curaste de nuevo?
- Don Roberto, usted sabe que ya lo dejé.
- ¿Qué dejaste? ¿El trago? Jajá… No te creo.
- Se lo conté la semana pasada.
- Jajajaja. Pero sólo llevai una semana sin copete y ya me decís que lo dejaste? Puta que erís optimista…
- Bueno por algo se empieza pos Don Roberto.
- Jejeje, que gracia hueón…
- …
- Acuérdate que hoy tenís que cargar las baterías de Don José.
- Si don Roberto. Lo hice antes de venir a saludarlo.
- Bien. Oye y tu mujer… ¿Qué cuenta?
- ¿Mi mujer? ¿La Cecilia?
- Si po, la Cecilia… ¿O tienes otra?
- No. Bueno, ella está bien… pero ¿Por qué me pregunta por ella?
- ¿Quién los entiende? Si uno no pregunta soy un jefe de mierda, y si pregunto me ponís cara de marciano…
- Es que como nunca lo había hecho.
- ¿Y qué?… ahora lo hago…no puedo acaso… Ya po, dime, ¿Cómo está tu mujer? ¿Sigue lavando ropa?
- Sí, pero ahora también la plancha.
- Una pequeña empresaria, ya veo, ya veo… Y ¿gana sus luquitas?
- Algo saca.
- ¿Y tú?
- Yo ¿qué don Roberto?
- ¿Ganai tus luquitas extras?
- Eeehhh, lo que saco acá a veces con los clientes de aquí po…
- ¿Estái seguro? No te hacís tus pitutitos por ahí?
- No don Roberto.
- No me mintai Evaristo…
- Pucha, ya le llegaron con cuentos…
- ¿Cuentos? ¿Qué cuentos?
- …
- Responde pos hueón…
- Déjeme explicarle don Roberto.
- No. Me expliquís na hueón… Te vieron salir el viernes con el cargador de baterías… así que supongo que te ganaste tus lucas en tu barrio…
- Pe… Pe… Pe…
- Pe.. Pe… Pe… Ahora te dio por tartamudear, conchetumadre… Dime… ¿cuántas lucas te echaste al bolsillo?
- …
- Dime huéon o te acuso de robo…
- Diez luquitas no más…
- Diez? Estai seguro? No serán unas 20?
- Trece…
- ¿Trece qué?
- …
- Respóndeme hueón … ¿Trece qué?
- Trece lucas.
- …
- …
- Jaime!!! Jaime!!! Donde estai hueón?
- Aquí don Roberto…
- Ven altiro!
- Diga Don Roberto.
- ¿Tú viste al Evaristo salir con el cargador de baterías?
- …
- Dime hueón!!!
- Sí…
- Sí ¿qué?
- Sí Don Roberto…
- No hueón, me tenís que decir “Sí yo ví al Evaristo salir con el cargador de baterías… ¿me entendís ahora?
- Sí Don Roberto.
- Sí ¿qué?
- Que sí, que yo ví al Evaristo salir con el cargador…
- Viste desgraciao, te vieron…
- …
- Y ahora te quedai callado.
- Pero Don Roberto…
- Sssshhttt… Tú no metai la cuchara… vuelve a tu pega…
- Sí Don Roberto…
- Evaristo… Llevai trabajando 5 años conmigo… Por qué me hacís esto hueón?
- …
- Te quedaste sin lengua culiao… Ya… A ver… ¿Cómo solucionamos esta huéa? ¿Cuánto me dijiste que ganaste?
- Trece... trece lucas..
- Más fuerte hueón que no te escucho!!!!
- Trece lucas!
- Ya po… a fin de mes arreglamos… Te quedaste sin trece lucas de tu sueldo… Por ladrón y más encima por hueón…
- Como usted diga don Roberto…
- Oye… y nunca más me hagai esto, ¿entendiste?
- Sí.
- Sí ¿qué?
- Sí Don Roberto…
- Ya hueón. Mejor vuelve a tu pega…
- …
- Vuelve a tu pega te están diciendo…
- Como diga usted don Roberto…
- Feliciano!!!! Ven pa´cá que tengo que hablar contigo…

martes, septiembre 19, 2006

BEBÉ


Va en bicicleta recorriendo la ciudad. No tendría nada de particular sino fuera porque se viste como guagua. Tiene 53 años. Sobre su pecho lleva un babero XL y un chupete de goma. Polera azul, usa pañales de adulto que le abultan el estómago. Habla como niño, con un sonsonete insoportable. Cada 4 palabras aparece una risa (tonta, infantil, sin sentido) En su mochila de Pedro Picapiedras, lleva una mamadera con leche, un peluche de la Pantera Rosa y una muda. Sí. Una muda. Porque se caga y se mea. Su bicicleta es color celeste y tiene unos espejos grandes donde pega sus calcomanías. Las Chicas Superpoderoas, Teletubbies y Tom y Jerry. Se llama Juan. Su recorrido en bici incluye una visita a su hermano mayor, al Hogar de Cristo y a una Fuente de Soda donde siempre le regalan un sandwich jamón queso. Gracias tío le dice al mozo. Cada noche vuelve a su hogar, allá por Cerro Navia. Una viuda de 65 años lo acogió luego de ver su historia en un programa de televisión. Cada noche, la viuda le ofrece una teta. Y Juan chupa hasta quedarse dormido.

lunes, julio 17, 2006

UN VERANO NARANJA


Cientos de veraneantes tostándose al sol. La arena: como una alfombra perfecta. El cielo: un papel mural sin degradé. Pelotas de tenis van y vienen. Como las olas. Como los gritos que anuncian el rico barquillo y el pegajoso cuchufí. Nadie deja de sonreir. Los niños juegan en la orilla. Un par de surfistas se pierden entre las olas. Decenas de bikinis encienden las miradas. Es una postal veraniega inmaculada. Un spot de televisión, natural y vendedor. De pronto, las sonrisas se convierten en muecas. Las muecas en inquietud. Algo que no encaja. Algo molesta. Es cierto. Hay alguien que está fuera de lugar. Es una niña. Una niña-de-cabeza-calva. Al centro del set veraniego esta niña-de-cabeza-calva extiende su toalla. Su sonrisa es amplia. Sus aros se ven enormes. En una mano el balde. En la otra una palita. El encantador sonido de las paletas se detiene. Los vendedores ambulantes bajan la voz. El bronceado salvavidas sube el volumen del walkman. Algunos la miran. Otros esconden sus ojos tras los best sellers de verano. Hasta las gaviotas guardan silencio. No hay remedio. La máquina vacacional sufre esta vez un duro revés.

viernes, junio 30, 2006

AY AMOR

Trata de olvidar. Trata de olvidar sentado en uno de los tantos asientos de la estación de metro. Cuando piensa en ella siente un dolor bajo sus costillas y en la muñeca de su mano derecha. Como una puntada. Su novia, prima hermana de la vecina, le dijo que no, que nunca más, que esta vez era para siempre. Desde ese minuto fatal se la encuentra en todas partes. En el crucigrama, en todas las canciones de Julio Iglesias, en el nombre de la protagonista de la teleserie. Cada día se le hace un mundo despertar en la mañana, ducharse, prepararse desayuno, tomar la micro, saludar a los colegas, encender el computador, trabajar, ir al baño, tomar un café, fumar un cigarrillo, salir a colación, almorzar, fumar otro cigarrillo, tomarse otro café, volver a trabajar, despedirse de sus colegas, apagar el computador de la oficina, tomar la micro, volver a casa, preparar la cena, volver a dormir. Sueña con ella. Cada noche. Que le hace el amor, que le toma la mano, que la besa en la mejilla, que le hace un masaje. Trata de olvidar. Todos los días, todos los minutos, todos los segundos. Ha inventado varios trucos para engañar sus sentimientos. Hizo un curso de lectura veloz, participó en un concurso de poesía, se metió con una puta, mató su gato a patadas, se hizo socio del Audax Italiano, se rapó al cero. Pero ya nada resulta. 5 meses van desde que le rompieron el corazón. Y todavía le sudan las manos cuando escucha su nombre.

sábado, mayo 20, 2006

LA SPEZIA


Italia
La Spezia, Liguria
Estación de trenes
15:37 minutos
17 de Mayo, 2005


Un anciano sentado en un banco. Viste entero de jeans. Sobre su cabeza, un sombrero cowboy color negro. Lleva un pequeño bolso deslavado marca Diadora. A un costado, un perro chico, raza indefinida. Al frente del anciano, un joven en cuclillas. 18 años. Piel bronceada. Arabe (puede ser marroquí, libanés, quizás turco). Una polera blanca con el logo Levi´s sobre el pecho. Jeans y zapatillas gastadas. El viejo lo mira detenidamente. El chico le sostiene la mirada. El perro siempre tranquilo. El chico se pone de pie y se sube la polera mostrando su vientre liso. El viejo mira. El árabe se sobajea el estómago, le da la espalda y se toca los glúteos. El viejo sigue mirando. El perro muerde una de sus patas en busca de una pulga. El abuelo, siempre con la mirada al frente, busca algo entre sus bolsillos y le ofrece un cigarrillo. El chico lo recibe y lo enciende con un encendedor azul. Aspira el humo y vuelve a su lugar. El viejo abre su bragueta. El joven sonríe coquetamente y se saca la polera. El perro levanta su cabeza y mira a su amo. El viejo mete su mano blanca dentro del pantalón. Un pene flojo se asoma tímidamente. El chico dice unas palabras en un idioma del demonio y lanza una carcajada. El viejo se masturba con cara triste. El tren con destino a Rapallo llega a la estación. Decenas de turistas bajan con sus mochilas a cuestas. El abuelo detiene el movimiento de su mano y se cierra la bragueta con una mueca de decepción. El chico se pone de pie y le habla al oído. El viejo saca una billetera y le pasa un par de monedas. El perro está dormido. Un inspector grita algo en italiano. El chico se sube al tren de un sólo salto y se cierra la puerta. El tren se pone en marcha. El viejo sentado y con la mirada al frente acaricia el lomo de su perro y también se queda dormido.

domingo, abril 23, 2006

PAJA


Cierra la puerta del baño. Se baja los pantalones. Se sienta en el W.C. Enciende la radio como medida de distracción. Para gatillar el impulso sexual, sabe que tiene que fijar en la mente una de estas tres imágenes: 1) las tetas generosas que escapan de la blusa escotada de la profe de matemáticas. 2) el culo de su tía Andrea encarcelado en sus jeans rojos. 3) La prima María José haciéndole un masaje en el cuello. Después de la elección, toma delicadamente el pene sólo con 3 dedos (pulgar, índice y corazón o dedo tercero). Realiza un masaje preciso, tierno y rápido sobre el glande cálido. Luego de estimularse con la imagen seleccionada, comienza el zapping sexual acostumbrado: que se lo chupan, la foto del par de lesbianas que esconde en el libro de Historia, la Cata en jumper recogiendo un lápiz, cualquier foto de la Penthouse del Miguel o de la Playboy del papá, los calzones de la nana, aquel encuentro casual con esa mina sin nombre que una noche de agosto le mordió la oreja bailando un lento de los Enanitos Verdes. El secreto de una buena masturbación, según, él es mezclar, coordinar y fusionar todas estas escenas a un ritmo endemoniado y preciso. Cuando el semen está a punto de ser expulsado, aminora el ritmo. Detiene el zapping y profundiza en una, y sólo en una, de las tantas imágenes del repertorio. Esta vez triunfa el encuentro casual con esa mina sin nombre que una noche de agosto le mordió la oreja bailando un lento de los Enanitos Verdes. Tose para distraer a su madre que siempre pulula tras la puerta del baño. Cierra los ojos. Aprisiona el prepucio con los mismos 3 dedos para atajar y detener el manantial de placer. Goza el momento luminoso (siempre como si fuera la primera vez, siempre). Suspira. Limpia. Pablo tiene 12 años y es virgen. Para él, la masturbación es un rito sagrado que debe cumplir estos requisitos básicos. El cura del colegio le dijo una vez que la masturbación no sólo es pecado, sino que además le provocará un daño irreversible a la vista. Que incluso podía quedar ciego. Lo que no sabe el cura del colegio es que a Pablo esa amenaza le provoca risa. Por una razón muy simple. Su papá es oftalmólogo. Y de los buenos.

martes, abril 04, 2006

6 DE ABRIL


En un auto. Un hombre y una mujer sin nombres conocidos. De fondo, una canción de los años 70. Un, dos, tres besos. La ciudad dormida. Son las 5 y media de la mañana del sexto día del primer mes de la estación otoño. En menos de 2 metros cuadrados se desata la tormenta del deseo. Hacen el amor. En silencio y para siempre. Ojos desorbitados/fluidos acaramelados/piel eléctrica. Hacen el amor. Con todo el tiempo a su favor. Con la inútil levedad de los ángeles. Hacen el amor. Un tatuaje para la piel. Un gemido para siempre. La primera y última vez en la vida. Pasan los años y borran los números de sus celulares. Hoy la mujer cree escuchar su voz en una estación del metro. Hoy el hombre cree verla caminando por el pasillo de un reluciente supermercado.

jueves, marzo 02, 2006

A NADIE


Ella lo miró y le pidió una explicación. El le dijo: a mi tb me viene el otoño. Ella siguió en silencio. El continuó: Es cierto. Una vez me dijeron que tenía cara de otoño. Y me lo creí. Y entonces la estación fue mía. Ella miró hacia un lado. Luego hacia el otro. El se rascó la oreja derecha, encendió un cigarrillo y concluyó: El otoño es el sol que no daña y el gris que no nubla. Por eso me gusta. Porque no va para allá, pero tampoco para acá.

domingo, enero 22, 2006

LA FOTO



Mira. Ahí estoy en Santa Mónica, Los Angeles, California, Estados Unidos, América. El tipo de lentes es mi jefe. El resto son unos gringos lateros que nos enseñaron la ciudad. Esa tarde fuimos a almorzar a un restaurant muy snob frente a la playa. Me creerías que detrás de mí estaba sentado este actor, éste que estuvo casado tanto tiempo con la Meg Ryan. Te gusta ella? Mmmmm, a mi no tanto. Pucha, no me acuerdo ahora del nombre. Es uno que actuaba en una película muy idiota. Viaje Insólito o algo así. ¿Te conté que el hotel donde alojamos estaba lleno de productores de cine de todo el mundo? Uno de los gringos me explicó que se trataba de una gran feria que se hace una vez al año en la ciudad, donde las grandes distribuidoras venden todas las series y películas que se hacen en Hollywood. Una fauna de la puta madre. Esa mañana, cuando nos sacamos la foto, y luego de una eterna reunión de trabajo, fuimos a conocer el Paseo de las Estrellas. Ufff, bajo mis zapatillas una galería de famosos: Al Pacino, Jerry Lewis, Sofía Loren, Marilyn Monroe. Tienes razón, ahora se las dan a cualquiera. Don Francisco no tiene una? Cuando estábamos frente al Teatro Chino, vimos mucha gente aplaudiendo, y habían hartos periodistas y policías. Adivina quién estaba? Martin Scorsese. Sí. Mi director favorito Mi preferida? ufff, es difícil elegir una. Podría ser Los Buenos Muchachos. Le estaban haciendo un homenaje o algo así. Y junto a él Joe Pesci y la Sharon Stone. Joe Pesci y la Sharon Stone!!! Ella se pasó. Te juro que sobre su cara caía una luz especial. Lo más divertido del lugar es que todos parecieran ser actores secundarios. La mujer que limpiaba mi habitación se parecía a Madonna. Y el tipo que nos estacionaba el auto era igualito a Andy García. Al final estuve 5 días en Los Angeles. Una ciudad rara con millones de hombres y mujeres buscando sus 15 minutos de fama. Antes de volver a Chile, mi jefe me subió el sueldo con un whiskey en la mano. Dennis Quaid! El actor se llamaba Dennis Quaid. Lo ubicai?