viernes, diciembre 23, 2005

LA COSA NOSTRA


Ha leído todos los libros de Mario Puzo. Se conoce de memoria la vida de Salvatore Giuliano, apodado El Siciliano. Ha visto catorce veces El Padrino 1, nueves veces El Padrino 2 y siete veces El Padrino 3. Sus hijos se llaman Vito, Sonny y Michael. En su taller, se pueden ver fotos de Lucky Luciano, Al Capone y Frank Sinatra. A su madre la llama Mamma y a su mejor amigo Consiglieri. Se llama Julio Céspedes Concha. Es el Don de su calle, por allá, en Cerro Navia. Cree que todo ser humano tiene su precio. Es acérrimo seguidor de la omertá, la ley del silencio de los sicilianos. Los domingos se pone el terno cruzado gris con delicadas rayas negras. Le gusta que la gente lo salude con una leve inclinación de cabeza. Es un signo de respeto, les dice a sus hijos Vito, Sonny y Michael. Es amigo del cura, del dueño de la panadería y de los carabineros del barrio. Hace 2 años, tuvo que mediar en una discusión entre un par de vecinos. Una pelota rompió el vidrio de una de las casas y hubo recriminaciones, sacadas de madre y un par de amenazas de venganza. Como mediador, reunió a los padres de ambas familias rivales y el asunto terminó en el bar de la esquina entre varias botellas de vino. En señal de agradecimiento, los padres de familia le enviaron un cartón de cigarrillos Derby. Hoy Don Julio despertó algo preocupado. Tiene que enviar un mensaje y no sabe donde puede conseguir una cabeza de caballo.