martes, diciembre 15, 2009

CORLEONE



En el único bar del pueblo de Corleone, Sicilia, pido una cerveza fría. El dueño me la sirve de mala gana, con la cara que anuncia claramente que los extranjerosfanáticosdelpadrino no son bienvenidos. Un poco tímido, un poco cansado, me siento en el fondo del bar a mirar como la lluvia golpea la única y sucia ventana del lugar. Sentado, reviso las fotos que he tomado del pueblo. Calles estrechas, balcones adornados con flores, un niño jugando con una cuerda, un tractor manejado por un anciano, los motorinos de siempre, la vieja iglesia, un puesto de verduras desfilan por la pantalla de mi cámara digital. Termino la cerveza y le pregunto al dueño del bar si puedo fumar un cigarro. Vietato contesta en un italiano duro. Aburrido me levanto de la mesa y pago los 2 euros que le debo. Grazie, digo y le dedico una tímida sonrisa. Prego, contesta el dueño sin mirarme.

domingo, diciembre 06, 2009

LA LLAMADA



El celular estaba sobre la mesa. Su dueño, exponía ante el directorio los alcances de los éxitos de la última campaña publicitaria. La vibración metálica del teléfono interrumpió levemente su discurso. El ejecutivo titubeó pero siguió hablando de cifras, público objetivo, segmentación. Incómodo, hablaba y hablaba mientras el celular vibraba y se desplazaba lentamente hacia el costado izquierdo de la mesa ejecutiva. Miró de reojo la pantalla para percatarse que su esposa lo llamaba insistentemente. El hombre siguió exponiendo. A la tercera llamada pidió excusas y tomó el teléfono con su mano derecha. Les pido un par de minutos, dijo secamente. Los otros directores aprovecharon el break para revisar sus propios celulares. El ejecutivo abrió la puerta y contestó la llamada en el pasillo. El resto de los hombres contaron un par de chistes verdes. Luego, un grito ahogado en el pasillo provocó la suspensión de la reunión hasta nuevo aviso.