lunes, junio 27, 2005

MUÑECA


Mi juguete favorito son las Barbies. Las Barbies tienen el pelo largo, como yo. Siempre andan vestidas tan lindas. Tan lindas. Yo tengo 3 Barbies. Una es negra. Por qué en Chile no hay negras? Tú me regalaste mi primera Barbie. Eso sí, la que más me gusta me la compró el Nonno. La que me regalaste tú venía con un bikini. O sea, me sirve sólo para el verano. La del Nonno es una princesa. A mi me gustaría ser princesa. Con una corona y todo. Por qué no soy princesa? Tú dices que soy, pero no tengo corona. O sea, no soy princesa. Pucha. La Vale tiene más barbies que yo. Su papá se las trae de Estados Unidos. Dónde queda Estados Unidos? Es muy lejos? Por qué no viajas a Estados Unidos y me traes más Barbies para ganarle a la Vale? Tengo hambre. Siempre me da hambre cuando hablo harto. El color que más me gusta es el rosado. La Miss Alejandra tiene una hija enfermita. Enfermita del corazón. Eso dice Miss Alejandra. A mi me da pena esa niña porque a mi a veces me duele el corazón y pucha que duele harto. También me da pena la miss porque cada vez que habla de su hija se pone triste. A veces me dan ganas de darle una de mis Barbies a la Miss Alejandra para que la Miss Alejandra se la regale a su hija. A mi me gusta el Matías. El Matías dice que las Barbies son para las niñas. Pero igual el otro día lo ví cambiándole la ropa a mi Barbie. Por qué los niños juegan siempre a la pelota? Acaso son tontos?

TAYLOR


Enciende el computador, apaga la luz, baja la persiana. Se sienta frente al teclado. Escribe la siguiente dirección web: www.galeriaspornostars.com. Una rubia de enormes tetas aparece en la pantalla. Es Taylor Wane, la famosa actriz porno inglesa. Hace doble click sobre la palabra Gallery. Se despliegan 30 fotos de Taylor. Se baja los pantalones y empieza la fiesta. Taylor Wane tocándose las tetas. Taylor Wane mostrando el culo. Taylor Wane arriba, abajo, sobre, en cuatro, de lado, entre varios, con un negro, con chino, con 2 blancos, con una amiga. Taylor Wane en una cama, en una piscina, arriba de un caballo, mojada dentro de una tina. Taylor Wane en latex, sadomasoquista, de monja, de profe, de enfermera, de mamá buenamoza. Taylor Wane aquí, allá, haciendo lo único que saber hacer, sudando la gota gorda, ganándose el pan de cada día. Termina la fiesta. Se limpia. Enciende la luz, sube la persiana, apaga el computador. Baja a la cocina. En 20 minutos debería llegar su marido. A él le gusta comer viendo las noticias.

TRECE


La blusa ajustada. La falda recta. Los zapatos de charol impecables. Ante todo dignidad. Frente a la vida. Frente a la muerte. Con sus manos toma la cuerda (sus manos parecen de hombre). Lentamente hace el nudo. Como si tuviera todo el tiempo del mundo. La palabra suicidio es una orgía de eses y heces. La pieza está ordenada. Una carta para el papi. Una para la mami. La última para el profe. Nada de lágrimas. Nada de angustia. Nada de nada. No sabe bien por qué lo hace: a) Hoy amaneció triste. b) La menstruación siempre fue un misterio. c) Juan no la quiere. d) Las matemáticas son una mierda. e) Todas las anteriores. El nudo está listo. El cuello está firme. Morir es un asunto complicado. Sobre todo para una niña de 13 años. El 13 siempre fue el número de la mala suerte. Mira hacia arriba. Mira hacia abajo. Hacia arriba queda el cielo. Hacia abajo el mundo. Salta. Profundidad amarilla. Profundidad.

DIAGNOSTICO


Se recorta el bigote. Se lava la cara. Se mira en el espejo. Tiene sida. Ese-i-de-a. Ayer lo supo. Día nublado. Alerta ambiental. Jugaba la selección. Fue a la consulta. Le entregaron un sobre. Un sobre blanco. Un sobre demasiado blanco. Lo abrió en el ascensor. Positivo. 7° piso. Cero positivo. 6° piso. Huequito. 5°piso. Colisa. 4° piso. Marica. 3° piso. Sidoso. 2° piso. Maraca. 1° piso. Maraca culiá. Suena el teléfono (el teléfono de un sidoso). Sale del baño. Es su madre. Viste el partido?. No mamá. Estuviste con restricción? No mamá. Te compraste la estufa? No mamá... Mamá, tengo sida. Silencio. Estás ahí mamá? Un gemido. Tu/Tu/Tu/Tu/Tu/. Camina hacia la cocina (la cocina de un sidoso). Se prepara un café. Se le caen los fósforos. Mira la hora. Se rasca una mano. Recoje los fósforos. Bebe el café. Se sienta a esperar. Pasan 2 semanas. El teléfono vuelve a sonar. Es la madre (la madre de un sidoso). Cariño. Si mamá? Cáncer. Lo tuyo es cáncer. Nos vemos el domingo.

ME ENCANTA TODO ESO


Roberto es casado, sin hijos. Vive en Maipú. Tiene tarjeta Presto, Paris, Falabella, Ripley, Banefe y BCI. Se compró su casita, tiene su autito, le gustaría realizar un viajecito. La semana pasada fue elegido el empleado del mes. Su jefe le dice que es un privilegiado. Que no existen los sueños imposibles. Que el cliente Mc Donald siempre tiene la razón. Aparentemente Roberto es un tipo normal. Y feliz. Por lo menos así lo cree el sicólogo de la empresa, su supervisor directo y el Payaso Ronald. Lo que nadie sabe es que Roberto odia las papas fritas, los mc combos y los sundae de chocolate. Que se ducha cada noche más de 30 minutos para sacarse el olor a fritura. Porque Roberto, aunque nadie lo sepa, tiene problemas: Su mujer lo engaña con el vecino. Su padre tiene cáncer. Nunca podrá tener hijos. Se masturba pensando en su prima Celeste. Una vez pensó incendiar el local. A veces le dan ganas de sumergir su cabeza en el aceite hirviendo. Fue él y no Gutiérrez quien introdujo el alfiler en la hamburguesa del niño que casi estiró la pata y que provocó conmoción nacional (1 millón costó el silencio del niño). Cierto. Nadie lo sabe y nadie lo sabrá. Porque Roberto es un tipo reservado. Que no anda ventilando sus problemas a diestra y siniestra. Como la loca Ramírez o el marica del Sergio. Porque todos creen que llegó a la empresa hacer carrera. A ganarse todos los títulos de empleados del mes. A conquistar el famoso sueño americano.

SOPA DE AGUA


El idiota tiene hambre. Corre hacia la cocina. Tropieza contra la pared. Un golpe. Dos golpes. Tres golpes. Todos secos. Todos golpes de idiota. La casa está vacía. Sus padres están en misa. El idiota tiene prohibida la entrada a la Iglesia. Culpa de un domingo. De un domingo de ramos. Bajarse los pantalones entre los salmos no fue apropiado. Mear a la virgen, menos. Los feligreses gritaron de espanto. Su madre de pena. El padre de vergüenza. El cura le dijo idiota. El idiota lo llamó mamón. Cura mamón. A esta hora, la cocina quieta. Una trágica taza de té sobre la mesita y la olla que hierve a fuego lento. Mientras, la misa corre suave. Fieles contra infieles. Perdones contra pecados. Justos contra injustos. A la madre le llora el corazón. Al padre el bolsillo. Al cura la culpa. Ahora el idiota quiere comerse la sopa. Ahora la madre se acuerda de la olla. Sopa. Sopa. Sopa. Comerse la sopa. Sin cuchara. Sin la fría cuchara de todos los días. Y como no hay tiempo que perder. Y como el hambre lo perturba. Manos a la obra. Y levanta la tapa de la olla. Y mira hacia a un lado. Y mira hacia el otro. Y el vapor le moja la cara. Y el estómago se retuerce. Y la boca exige lo suyo. Y el idiota esboza una sonrisa. Su ingenua sonrisa idiota. Y cierra los ojos. Y los puños. Y el alma. Y splash. Sumerge su rostro en la olla. Su rostro idiota envuelto en un grito de idiota. Silencio. Silencio en la iglesia. Por mi culpa. Por mi culpa. Por mi gran puta culpa.