sábado, enero 03, 2009

2009


El hombre va con su copa de champagne al balcón. Falta un minuto para las doce de la noche. La decisión de pasar el Año Nuevo solo le parece un acto provocador. El reloj anuncia la llegada del año 2009. Se escuchan gritos. La gente es feliz. En el edificio del frente hombres y mujeres se funde en abrazos histéricos mientras dejan todos los dolores en un cajón y cruzan los dedos para que cumplan los nuevos deseos. El cielo se ilumina con el reflejo de fuegos artificiales que él, desde su ubicación, no alcanza a divisar. Parece un bombardeo que provoca aplausos y risas. El sólo mira. Sin pena, sin felicidad. Neutro. Le da un sorbo a su copa de champagne. El hombre solo mira. Con la mente en blanco. En blanco. Atento a cualquier movimiento de la ciudad.

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