
Hoy va a morir de un balazo en la cabeza. El no lo sabe. Pero así va a suceder. Mañana de día lunes/mes de octubre. La primavera en todo su esplendor. Arboles en flor. Los colores del mundo desparramados en las calles. Polen. Mucho polen entrando y saliendo por su nariz. Camina despacio. La acidez le quema el estómago. Sube por el pecho. La tráquea. La boca. Eructa. Resaca ácida de cervezas y completos de la jornada anterior. Se mueve por calle Estado. Se detiene frente a un quiosco. Compra cigarros y lee los titulares de la prensa. La selección, la modelo, la guerra. Tuerce la nariz. Estornuda. La primavera, piensa. Se suena. Día de pago. Más cervezas, más completos. Sus primeros 30 días de trabajo merecen una recompensa. Recuerda con orgullo como su papá derramaba lágrimas cuando recibió el diploma del Liceo Comercial. Recuerda con desagrado cuando ese mismo papá agarró una tijera para cortarle el pene luego de comunicarle que su polola estaba embarazada. Entra al banco empuñando su cheque de 250 mil pesos. Nominativo. Cruzado. Listo para depositar en su flamante nueva cuenta corriente. Recibe un empujón. ¡¡¡Se me tiran al suelo los conchesumadres!!! Cierra los ojos. Se le seca la boca. Estornuda. El pistolero dispara. La bala se pierde en alguna parte de su cuerpo.